Es una persona jóven, de unos 30, que
había decidio emigrar pues por lo que emigra todo el mundo, por la
necesidad de buscarse la vida ante la falta de perspectivas. Había
venido a Bilbao pensando que la situación está mejor en Euskadi, y
con la opción de seguir subiendo hacia Francia si las cosas no
salían bien. Buscaba trabajo relacionado con la hostelería, de lo
que tenía algo de experiencia.
Me contaba que, debido a su situación
personal (de tener que buscarse la vida), llevaba un tiempo sin
participar en las reuniones ni en la vida política del P. Comunista
de Portugal. También me contó cómo había perdido su último
empleo. Tras salir él solo a la huelga general en el establecimiento
hostelero en el que trabajaba. Era muy duro ver a una persona jóven,
consciente, comprometida y revolucionaria en esta situación.
Pero podemos extraer lecciones para
nuestro día a día, y en primer lugar para la convocatoria de huelga
general del 30 de mayo.
Para nosotros, para nuestra clase, como
asalariados, una huelga general es bastante más que un simple día
de protesta. No sólo renunciamos al salario de un día, sino que
muchas veces podemos jugarnos el puesto de trabajo, nuestro sustento
y el de nuestras familias. Diferente es para los dirigentes
sindicales, convocan la huelga, el día en cuestión salen a la
calle, hacen declaraciones a los medios y al día siguiente van a su
despacho a mirar los titulares de la prensa, lo que los medios dicen
sobre las movilizaciones.
Pareciera muchas veces que la huelga es
un trámite, algo que hay que hace porque las cosas están mal, pero
una huelga es mucho más que eso. Es una escaramuza en una guerra
mucho más amplia, entre los asalariados (los que tenemos que vender
nuestra fuerza de trabajo) y los que nos emplean. En ciertos momentos
de la historia esta lucha se convierte en una cuestión de
supervivencia, y se está convirtiendo en eso precisamente.
La huelga general es una demostración
de fuerza por parte de neustra clase, hacer valer nuestro papel en la
producción, ya que sin nosotros no se mueve una rueda o se enciende
una bombilla. Por supuesto, esa huelga no tiene efecto si realmente
no se para la producción y no salimos todos a la calle. La única
huelga general dentro de estos parámetros que hemos vivido en
Euskadi en los últimos años ha sido la de marzo de 2012. Aunque con
manifestaciones separadas y otros muchos peros, la convocatoria
unitaria hizo que el ambiente fuera realmente de huelga y se pudiera
ver nuestra fuerza.
Pero cuando uno pretende hacer una
demostración de fuerza se arriesga también a hacer todo lo
contrario, una demostración de debilidad. La cuestión no es si hay
motivos o no para la huelga, ¿los hay? Por supuesto que sí. Los
dirigentes de CCOO y UGT cuando dicen que todavía hay margen para
negociar cometen un grave error, en los últimos años hemos visto
como la patronal ni quiere ni tiene mucho margen para hacer
concesiones, y el gobierno está con ellos. La cuestión es que para
que la huelga fuera efectiva debería plantearse de forma diferente a
la que lo hacen las direcciones de ELA y LAB. Como decía antes, la
huelga la hacen los trabajadores no los líderes sindicales. Ellos
podrán pensar que han cumplido, pero dar un toque de silbato y decir
"el 30 huelga" no sólo no ayuda, sino que es peligroso.
Fijándonos en el ejemplo que comentaba
antes (en el del camarada portugués) podemos decir una cosa, que de
héroes está el cementerio lleno. El papel de toda persona
comprometida y revolucionaria en su puesto de trabajo no es salir a
la huelga cueste lo que cueste, es organizar a sus compañeros de
trabajo. En ello tiene gran importancia la asamblea de fábrica, pero
hay que recuperar las asambleas decisorias, no pueden limitarse a
informar de lo que se ha decidido arriba.
Hay que proponer a la asamblea, debatir
y votar, y por supuesto acatar el resultado. Un revolucionario tiene
que estar con sus compañeros de trabajo. Que un día sale que no a
la huelga, pues se queda en el taller con sus compañeros aunque él
crea que tiene que salir, se trata de respetar la decisión
colectiva. Pero cuando salga que sí a la huelga, con el ejemplo
dado, es el momento de exigir a los que no quieren secundarla que
respeten la decisión de la asamblea y paren. La lucha es colectiva,
y o se hace piña de forma paciente y constructiva dando ejemplo o
plantear la lucha es cuanto menos inútil, o incluso
contraproducente.
También tenemos la otra opción, la de
"paro porque convoca mi sindicato, aunque pare solo". Con
todo lo antes expuesto no voy a repetir las consecuencias que puede
tener esta política, pero me gustaría compartir la siguiente
reflexión: ¿Qué es más útil para nuestra clase, para nuestra
lucha? Una persona consciente y comprometida que se ve fuera de la
lucha por tener que buscarse la vida, o esa misma persona en su
antiguo puesto de trabajo organizando a sus compañeros.
Eso no quiere decir que esa persona en
un futuro no pueda ser objeto de persecución por parte de la
empresa, puede serlo y con más motivos que antes. Pero la situación
no será la misma, ya no es uno solo contra la empresa, ahora es la
asamblea de trabajadores la que es atacada. Aunque el ataque se
dirija contra uno, contra el más activo y comprometido, el ataque es
en realidad contra todos. La respuesta no será ya la del pasotismo,
pues es un ataque contra un trabajador por seguir las decisiones de
la asamblea, una decisión tomada por el conjunto de los trabajadores
del centro, por todos. Es pues un ataque a todos.
Por eso hay que tener cuidado con las
convocatorias a golpe de silbato, porque sí o porque lo manden desde
arriba, no hay que perder la perspectiva, pues de héroes está el
cementerio lleno y los héroes del cementerio no sirven ya para la
lucha.
Tampoco hay que idealizar la huelga, es
un medio, no un fin. En grecia llevan ya veintibastantes huelgas
generales desde que empezó la crisis y el ambiente es ya de "otra,
¿para qué? Si las anteriores no han servido de nada..." Es
necesario que avancemos pues hacia huelgas realmente unitarias
tomando como base la del 29 de marzo de 2012, pero con
manifestaciones unitarias, cada uno con su alternativa, pancartas y
propaganda. Todos juntos pero no revueltos, sino es inútil
presentar batalla pues no estaremos en condiciones de plantar cara en
condiciones, y más que una muestra de fortaleza será de debilidad,
y ya sabemos que la debilidad invita a la agresión.
También es imprescindible recuperar
las asambleas de fábrica como comentaba ántes, en las que decidamos
y todos respetemos el resultado. La mejor forma de hacer una
convocatoria de huelga exitosa es que quienes la llevamos a cabo
seamos partícipes de las decisiones que se toman, hacer nuestra la
convocatoria, y eso sólo es posible mediante esas asambleas, dónde
no sólo se decida si hay que secundar una huelga ya convocada por
las direcciones, sino también, antes de lanzar la convocatoria, si
procede o no la movilización.
Sino, y lo que veremos el 30 de mayo,
la huelga no será tal (no se parará la producción) salvo en
algunos pueblos industriales de Gipuzkoa. Pero las manifestaciones
serán masivas, pues el descontento es muy grande y la necesidad de
hacer algo por un cambio es común a todos. En cualquier caso, la
jornada no será ni la sombra de lo que vivimos en marzo de 2012, esa
jornada fue impresionante, y pudimos sentir la verdadera fuerza de
nuestra clase.
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